
La familia lasaliana, aunque triste tras el retorno del papa Francisco a la casa del Padre, recuerda gozosa el legado del Santo Padre y su cercanía con La Salle en todo momento.
El Visitador Titular del Distrito Arlep (La Salle en España y Portugal), el Hermano Esteban de Vega, comparte esta bella reflexión sobre la figura de Francisco, de Jorge Mario, del papa de las periferias, del hombre que puso voz a los vulnerables.
Carta a la familia lasaliana
El lunes de Pascua nos sorprendió a todos la triste noticia de la muerte del papa Francisco. Los medios de comunicación han destacado su figura y su legado. Y no nos sorprende que haya sido así, porque Francisco no ha dejado indiferente a nadie y nos ha hablado al corazón con una palabra sencilla y directa: pensar en el papa Francisco nos trae a la mente la misericordia del Padre, el amor preferencial a los pobres y a los pequeños, la invitación a constituirnos en una Iglesia en salida, el cuidado de la casa común, la invitación a mirar fuera, para salir de nuestra autorreferencialidad, el recuerdo insistente de que en la Iglesia hay acogida para todos, todos, todos… la valentía en la denuncia de la injusticia, el deseo de renovar la Iglesia para que anuncie el evangelio de una forma creíble… Todo esto forma parte de un legado que ha supuesto una verdadera primavera para la Iglesia.
Los lasalianos nos sentimos muy cercanos a su persona y a su mensaje. Reconocemos en sus escritos, en sus intervenciones, en su forma de ser y de decir algo muy propio de La Salle, por eso nos es tan sencillo descubrir nuestra sintonía con el papa Francisco. Y a todo esto se une el hecho de saber que Francisco expresó su aprecio a la labor que La Salle estaba realizando en su modo de compartir el carisma entre todos los que forman parte de la familia lasaliana. Por eso sentimos de un modo especial su muerte, porque querríamos poder gozar mucho tiempo más de su modo de ser y de hacer.
Pero la gran palabra que Jesús nos transmitía en el evangelio del lunes de pascua, del día en el que el Papa falleció, era esta: “¡Alegraos!”. Merece la pena que nos repitamos esta palabra también ante la triste realidad de la muerte del papa Francisco. No podemos ser nosotros quienes escojamos en qué momentos el “alegraos” de Jesús tiene vigencia y en qué momentos no. Ante la resurrección de Jesús toda muerte, por dura que sea, no cae en el sinsentido, sino que es el paso para una vida más plena. El mismo Jesús que nos dice “alegraos” es el que nos promete el don de su Espíritu, a cada uno de nosotros y a toda su Iglesia. Por eso, confiamos en su Palabra, confiamos en su presencia resucitada entre nosotros y confiamos en la acción del Espíritu. Y seguimos viviendo en este tiempo pascual, que es un tiempo lleno de vida, en este peregrinar esperanzado que el papa Francisco nos proponía para este año jubilar.
Nos sentimos unidos en La Salle al expresar nuestra gratitud al Padre, que ha regalado a la Iglesia estos años llenos de vida del pontificado del papa Francisco. Nos sentimos unidos ante el mensaje liberador que el papa Francisco nos ha transmitido y queremos seguir encarnándolo en el día a día de nuestra misión. Y nos sentimos unidos y confiados en el peregrinar esperanzado de la Iglesia, tras el soplo del Espíritu de Jesús. Y quería expresar esta unión y este sentimiento común en este breve escrito que dirijo a toda la familia lasaliana de Arlep.
Viva Jesús en nuestros corazones.